Se ha producido un cambio evidente en el compromiso de crear valor en las organizaciones. La sociedad en su conjunto nos demanda un compromiso real por parte de las empresas, no solo hacia los accionistas, como hasta ahora, sino también hacia otros stakeholders: clientes, proveedores, empleados y en general hacia la comunidad.

Cada vez es más evidente que la sostenibilidad y los conocidos criterios ESG (medioambientales, sociales y de buen gobierno) son ejes estratégicos en el negocio por el impacto positivo que tienen en la satisfacción y en la productividad de clientes, empleados e inversores.

Eventos como la pandemia han hecho aflorar cuestiones como ¿Qué hace mi empresa para proteger a sus empleados? ¿Está mi empresa trabajando activamente la inclusión y diversidad? Por eso es hoy más importante que nunca poner el énfasis en los aspectos sociales, recogiendo, reportando y mejorando los criterios sociales ESG.

Los programas de recompensa total y sus mecanismos necesarios de seguimiento contribuyen a que se pague justamente aplicando herramientas y criterios objetivos y se investiguen y auditen posibles inequidades para corregirlas de una forma sistemática. Proporcionan sistemas que velen por que se proporcione una protección necesaria a los colaboradores y sus familias; apoyan a los empleados a través de la formación y el desarrollo para mantener su empleabilidad y potencian la diversidad, la inclusión, la dignidad y el respeto con una filosofía clara de igualdad de oportunidades.