La gestión de personas debe impulsar la efectividad organizativa
Puede parecer un tópico de tanto repetirlo, pero no por ello es menos cierto: la eficiencia y la eficacia de una organización depende cada vez más de las voluntades y las capacidades de sus personas. Y seguirá siento así, porque solo las personas gestionan la incertidumbre y se adaptan a los cambios de contexto; solo las personas impulsan la mejora continua y provocan transformaciones; y solo las personas se movilizan por un propósito y toman decisiones en consonancia. Sin embargo, ya no es suficiente con disponer del talento apropiado, en el momento y lugar precisos (que no es poco), sino que este talento debe cooperar con efectividad para alcanzar el propósito de la organización; y es en este ámbito donde creo que la función de gestión de personas tiene recorrido para ampliar su perímetro de actuación y su influencia, salvo honrosas excepciones.
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